martes, 21 de octubre de 2014

Sesquipedalismos

Ayer me regalaron un alacrán enorme, con un aguijón del tamaño de una grúa. Se llama Alacrón, y las picaduras que hace son gordas como trolebuses. Esta primera la ha hecho –creo yo– en connivencia con Viperio, pues trata de los atentados lingüísticos que perpetran contra el idioma esas palabras de tamaño kilométrico llamadas sesquipedalismos, molestas como torpes abejorros:

Posicionada en el desdén, me expresas
lo poco que en tu amor contabilizo,
y muy a mi pesar, visionalizo
la durabilidad de tus promesas.

Yo aún te fidelizo y me interesas
por más que en mi interior te minimizo,
y en base a la potencia de tu hechizo,
me flipas, me influencias y me estresas.           

¡Oh, vuelve a implementarme! Ven y ordena
la negatividad de mi poesía.
¿Tu obligatoriedad no es ser más buena?

Mi intencionalidad se allanaría
incluso a proclamar a boca llena:
¡la culpabilidad fue solo mía!


4 comentarios:

  1. Hay que descontextualizar la conflictividad entre climatología y meteorología....

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  2. Eso es, José, porque todos quieren implementar su opinabilidad sobre la climatología.

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  3. La futurabilidad del idioma tiene que ser implementada, como no podía ser de otra manera, en base a la imaginatividad de la ciudadanidad.
    Salu2.

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  4. Por ello, la RAE ha publicitado su nuevo lexicón, para que nos veamos influenciados de la discrecionalidad y honorabilidad de un idioma siempre moderno y modernizable.

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